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Wednesday, August 7, 2013

Mi jefe está de buen humor

La Corresponsal de InteRDom, Giselle, ha completado el primer año de su Licenciatura en Ciencias Políticas en Sciences Po, en Reims, Francia. Actualmente participa en el
Por: Giselle Deñó
programa Estudiantes Internacionales Dominicanos 2013, de 10 semanas de duración. Usted puede leer más acerca de Giselle y de su participación en el Programa de Corresponsales aquí.

  
"¡Levanten el campamento!", grita el señor Ortíz mientras sale furioso de su oficina con la maleta en la mano y apagando las luces. Malge, Domingo y yo inmediatamente nos sentimos poseídos por una sonrisa secreta. Esa es la forma en que nuestro jefe nos da luz verde para irnos a casa, y durante los tres primeros días de la semana, el escenario se repitió de forma idéntica. Nos mandaron a casa muy temprano y la
carga de trabajo que teníamos en nuestros escritorios pasó de muy poca o nada. Incluso me tomé la libertad de hacer dibujos en un montón de notas adhesivas amarillas; los garabatos me mantienen la mente activa mientras todo lo demás afuera sucede a un ritmo lento. No hay sesiones en el Congreso, sólo unos pocos expedientes llegan al departamento para ser revisados, y hay menos periodistas y gente deambulando por los pasillos; había una sensación de calma, en la que me sentí completamente en paz. Nuestro jefe contó chistes, se le vio más y reemplazó sus habituales discursos de motivación por temas triviales al azar. Nos mantuvimos a gusto en esta situación anormal porque sabíamos que consistía en una falsa calma antes de la tormenta. Recuerden mis palabras. 

Llegó el jueves y allí estaban, esperando por nosotros, un montón de carpetas de manila en el escritorio de la secretaria. Y ahí estaba él, siempre lo supo; y el director en jefe entró riendo al ver nuestro futuro en común con lo que parecía un millar de documentos. Algo me decía que no iba a escuchar la agradable frase que había oído muy temprano durante los primeros tres días, hasta por lo menos al atardecer. Mis predicciones no me fallaron, una vez más, pero hubo un giro inesperado en la historia. Nuestro jefe alegremente nos anunció que teníamos que preparar una presentación sobre un tema específico, el cual nos dio, para realizar al día siguiente frente a todos los abogados de los otros departamentos jurídicos de la Cámara de Diputados. No hubo sonrisas de nuestra parte en esta ocasión, pero él aún estaba de buen humor. Para sanar nuestras heridas nos compró pizza y mientras hacíamos malabares para transformar la enorme pila en una más pequeña y al mismo tiempo escribir un trabajo de tipo ensayo sobre un tema que era, al menos para mí, completamente desconocido, alimentamos nuestra mente y cuerpo con queso, jamón, salsa de tomate y una gran cantidad de carbohidratos. Además, teníamos una orden de restricción que nos impedía llegar hasta 10 metros de distancia de la puerta hasta que termináramos nuestro trabajo. 

Apenas habiendo dormido un poco, al día siguiente llegamos a trabajar como zombis. Nuestro jefe nos dio la bienvenida y la primera cosa que noté es que él ya no estaba de buen humor. Había revisado nuestro trabajo para la reunión que estaba programada para dentro de una hora y decidió cambiar de opinión acerca de nuestros respectivos discursos. Aunque estábamos un poco decepcionados por no haber alcanzado el nivel que él esperaba de nosotros, se nos había relevado de nuestras tareas y pude volver al estado de tranquilidad que experimenté a principios de la semana. La reunión fue un éxito. La idea detrás de este ejercicio era compartir los problemas comunes que identificamos en todos los expedientes y establecer criterios homologados para enfrentarlos. Hubo choques de ideas, y las interpretaciones sobre las leyes y la Constitución resultaron en algunos argumentos muy acalorados. Me mantuve en silencio mientras observaba cómo los abogados defendían sus posiciones. Me alegré de finalmente oír una banda sonora después de un par de días de completo silencio. Debido a que la reunión se desarrolló muy bien, nuestro jefe, que había liderado la conversación, de nuevo estaba de buen humor. Incluso anunció un día de paella para la siguiente semana. Las tormentas no son tan malas después de todo. 


Photo por:  ©iStockphoto.com/VallarieE


Thursday, August 1, 2013

Trabajo de oficina, oh no


La Corresponsal de InteRDom, Giselle, ha completado el primer año de su Licenciatura en
Por: Giselle Deñó
Ciencias Políticas en Sciences Po, en Reims, Francia. Actualmente participa en el programa Estudiantes Internacionales Dominicanos 2013, de 10 semanas de duración. Usted puede leer más acerca de Giselle y de su participación en el Programa de Corresponsales aquí.


La República Dominicana cuenta con dos sesiones legislativas, una que comienza el 27 de febrero y la otra programada para el 16 de agosto. Bueno, esta semana el Congreso estaba terminando cada pequeño fragmento de documento jurídico que tenía sobre la mesa antes de terminar la primera sesión legislativa del 2013. Cada diputado tenía algo que decir; algunos estaban luchando hasta con sus garras salidas para lograr que sus iniciativas fuesen aprobadas; otros refutaban vehementemente las ideas de sus contrapartes, y, perdón por la expresión, la oficina era un infierno. Recibimos expediente tras expediente, transcripciones tras transcripciones, actas, cartas, contratos, por mencionar solo algunos. Conocen la frase: "Se está haciendo historia?" Esta semana, eso era EXACTAMENTE LO QUE ESTABA OCURRIENDO. La Cámara de Diputados aprobó un proyecto de ley sobre Normativa Salarial que tiene por objeto hacer que la administración pública sea más equitativa y justa; enmiendas al Código Penal, que hacen la ley más dura para los delincuentes juveniles; un convenio con importantes universidades dominicanas para realizar pasantías en distintas áreas de la Cámara de Diputados, algo que nunca antes se había hecho; y un par de otros documentos jurídicos trascendentales de que no voy a mencionar para no aburrirles.

El Congreso
Foto por:
http://www.panoramio.com/photo/21581233
La acción estaba ocurriendo no sólo en la Cámara de Diputados sino también en nuestra oficina, y particularmente conmigo también. Finalmente hice las paces con la tecnología ya que tuve que hacer un amplio uso de ella. El café y yo nos convertimos en mejores amigos, aunque anteriormente únicamente teníamos una relación más o menos difícil. El traje y vestimenta formal llegaron a ser naturales para mí cuando me vestía por las mañanas. Sí, el trabajo de oficina, lo que había temido tanto cuando niña, se había convertido en mi rutina diaria. Después de todo no es tan malo. Me encanta lo que hago y, triste pero cierto, mis sueños y aspiraciones apuntan a un montón de trabajo administrativo llevado a cabo principalmente en una oficina. La dicotomía viene de mi amor por la naturaleza, mi amor por estar al aire libre. ¿Cómo conciliar estos dos mundos tan distintos? Tal vez es demasiado pronto para tener la respuesta, pero esta semana de mi pasantía ha hecho esta disyuntiva aún más clara de lo que era antes. Estoy lidiando muy bien con el trabajo de oficina, no tengo quejas. Debo admitir que tengo algún tipo de reacción alérgica esporádica y repentina hacia las paredes blancas, en cuyo caso me pongo a cantar o simplemente bromeo con mis colegas. Malge y Domingo (ambos en la foto) están ahora muy cerca de mí y se han convertido en el equilibrio necesario para mi trabajo en la oficina. Almorzamos juntos en la cafetería del edificio, nuestro refugio. Cruzamos la calle para comprar empanadas en un puesto de "frituras" entre un expediente y el siguiente. Por encima de todo, ellos son mis profesores de derecho cada vez que estoy atascada y no sé qué hacer.

Mi pasantía me ha permitido echar un rápido vistazo a lo que podría ser un posible futuro para mí, y si se trata de trabajo de oficina, entonces que así sea.