Instituto de Verano para Educadores
Verano 2011
Sydney Valerio es profesora de la Escuela de Educación de Fordham University. También enseña clases de inglés en el sistema de educación público de la ciudad de Nueva York. Su participación en el estudio de campo del Instituto de Verano para Educadores de PIER en julio de 2011 fue particularmente conmovedor debido a sus raices dominicanos.
Mientras bajaba del taxi y caminaba hacia la Calle del Sol en Santiago, los dioses Románticos decidieron que sería muy divertido hacer que un chubasco de verano me cayese encima. Esta histórica calle y la ciudad habían sido testigos de mi transformación durante muchos veranos de mi juventud y ahora, a medida que me internaba en sus animadas calles para tomar algunas fotos y hacer compras de última hora antes de mi vuelo de la noche, supe que los cielos de la República Dominicana me hablaban. Naturalmente, mis inclinaciones románticas apreciaban la habilidad de la naturaleza para reflejar mis emociones internas. Mientras las gotas de lluvia del tamaño de gomas de mascar comenzaban a caer sobre mi pecho y resonaban con los latidos de mi corazón, yo caminaba por estas calles tan familiares en busca de momentos en los que mi cámara sería capaz de capturar las imágenes que necesitaba para incluir en mi proyecto. De acuerdo con los designios del universo, la más oscura de las nubes atenuó la luz de las calles y exprimió cantidades torrenciales de lluvia en la 'calle del sol' obligándome a buscar refugio en una tienda junto con otros peatones. Lo que siguió sólo puede ser descrito por la frase de Paolo Coelho: 'maktub'. Estaba escrito, y el universo había conspirado para hacer que las cosas me sucediesen. Los 600 segundos que siguieron me permitieron ser testigo de los intercambios entre los dueños de las tiendas, los clientes y aquellos de nosotros que sólo buscamos refugio. Todos nosotros personificábamos distintos propósitos y orígenes. En concreto, había una joven haitiana que llevaba un recipiente lleno de cacahuetes tostados. Inclusive su viaje se había visto interrumpido por el golpeteo de las gotas de lluvia sobre su mercancía. Sin duda, la coincidencia de nuestro encuentro únicamente había ocurrido a causa de las inclemencias del tiempo. Todo lo que yo podía hacer era mirarla a la cara y observar las señales no verbales que ella comunicaba con sus ojos. Claramente éramos, la una para la otra, dos mujeres con una misión y reflejábamos nuestros mundos dispares. A pesar de que no conocíamos el idioma de la otra, compartimos una sonrisa y un asentimiento con la cabeza que claramente significaba: "Esta lluvia nos ha descarrilado". Mientras sosteníamos esta silenciosa conversación a través de nuestras miradas, un fuerte bocinazo procedente de un camión de Coca Cola del tamaño de un tractor-remolque interrumpió nuestro próximo gesto. Este vehículo estaba teniendo dificultades para dar vuelta en una calle de tamaño colonial. Todo lo que podía pensar en ese momento, aparte de la ironía de esta situación, era acerca de cuánto se había transformado mi punto de vista durante la última década de mi vida en la que había entrado en la edad adulta en un mundo pre y post 9/11. Una década en la que la homogeneidad de ser una Latina en el Bronx había sido re-direccionada y redefinida de manera clara a medida que me mudaba a diferentes regiones de Nueva York debido a mis aspiraciones educativas y profesionales. Más recientemente, mi punto de vista se había visto influenciado por mi viaje educativo de las últimas dos semanas.
La sección de New Haven del Instituto Colonial Latinoamericano de la Universidad de Yale/Nueva York creó la plataforma necesaria desde la cual he desarrollado mi unidad, "Perspective Matters (Cuestiones de Perspectiva)". Los participantes y conferencistas despertaron mi sed de conocimientos sobre la América Latina Colonial. Como maestra de inglés de escuela secundaria en una escuela pública de Nueva York, sabía que tendría que desarrollar una unidad que perfeccionase las competencias que son evaluadas mediante el examen de los Regentes del Estado de Nueva York. Durante la década que he enseñado he tenido éxito debido a mi capacidad para relacionar el material curricular con las vidas de mis estudiantes de una manera muy Constructivista. Sabía que quería incluir la novela de Junot Díaz que ganó el premio Pulitzer en mi unidad debido a su irresistible efecto vinculador. Para que mis alumnos pudiesen llegar a comprender cualquier fragmento de esta novela tendrían que desarrollar su propio punto de vista y explorar la historia dominicana y la identidad latina. Debo admitir que mis motivos estaban claramente relacionados con la teoría del Cultivo de las Comunicaciones de Gardner, en la que afirma que, como sociedad, definimos ciertos aspectos de la sociedad en base a las imágenes que obtenemos de los medios de comunicación en lugar de utilizar nuestras experiencias de primera mano, aunque a veces estas sean limitadas. Mientras me encontraba en New Haven, seleccioné un extracto de Díaz como foco principal de su actividad, tanto por la serie de imágenes que se encontraban al centro de la pieza como porque sabía que iba a ser capaz de captar estas imágenes de primera mano la semana siguiente durante nuestro viaje a la República Dominicana. También me sentía muy emocionada por seleccionar el extracto de Díaz debido a la amplia representación de los estudiantes de ascendencia dominicana que mi escuela tiene. Sabía que sus puntos de vista contribuirían enormemente a nuestros debates.
Desde el momento en que puse un pie en tierra dominicana supe que mi semana en ese país sería de transformación. El itinerario que el equipo de InteRDom nos preparó estaba lleno de una gran variedad de visitas, conferencias y mesas redondas que prometían elevar mi proyecto al siguiente nivel. El tema de cada día nutría una parte de mi esencia como profesora y como Latina de ascendencia dominicana. Cada visita y recorrido a través de todos los lugares de interés histórico creaba ventanas para que yo pudiese ver a través de ellas y utilizarlas en el futuro. En concreto, el día que pasamos en Altos de Chavón nos proporcionó un taller increíble y un recorrido por el museo del lugar y por sus alrededores. Durante nuestra visita a la Zona Colonial y al sitio donde se estableció la primera plantación de azúcar en Boca de Nigua, sin duda comprendí el poder que mis alumnos adquirirían a través de este proyecto y a través de su estudio de la literatura de Díaz, de la historia dominicana, y de la sociedad global. Actualmente me encuentro trabajando en el desarrollo de la etapa a partir de la cual mi proyecto formará parte de todas mis clases de décimo y undécimo grados. Sin duda espero con interés la exploración y posible conquista.
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